Damián

En la actualidad existe una disociación entre vida útil del bien y el tiempo que los individuos hacen uso de éste. Ello es producto de la sociedad de consumo en la que vivimos. Podríamos llegar a preguntarnos, por ejemplo, ¿cuántos pares de zapatos un individuo puede gastar a lo largo de su vida v/s cuántos pares de zapatos adquiere una persona en su vida? De igual forma, en la sociedad actual, cada día aparece un mayor número de cursos para mejorar aptitudes. Se nos exige también tener hobbies, ver la televisión, ir al cine, a los museos, hacer viajes, etc. Se ha vuelto más importante cuántas veces se ha realizado alguna actividad que si ésta se disfrutó (Damián, 2013: 140).

— Damián, A. (2013). El tiempo: la variable olvidada en los estudios del bienestar y la pobreza. Sociedad & Equidad 5, 136-163.

Hägerstrand

The initial task is, I think, to eliminate imprecise thought processes which conceptually deceive us into handling people as we handle money or goods once we commence the process of aggregation. In order to illustrate this I would like to relate an experience which can hardly be unique. When I was three or four years old my father tried to teach me the principles of banking and we trotted along to the local establishment to deposit what I had accumulated in my savings box, including a very shiny silver crown. The next day I insisted on walking back to the bank to make sure that the people had really guarded my money. The clerk was very understanding and showed me the correct mix of coins. But the shiny crown was not among them and it could not be produced. I decided that savings banks did not really save money (Hägerstrand, 1970: 9).

— Hägerstrand, T. (1970). What about people in regional science? Papers of the Regional Science Association 24(1), 6–21.

Plato

Figúrate que en una nave o en varias ocurre algo así como lo que voy a decirte: hay un patrón más corpulento y fuerte que todos los demás de la nave, pero un poco sordo, otro tanto corto de vista y con conocimientos náuticos parejos de su vista y de su oído; los marineros están en reyerta unos con otros por llevar el timón, creyendo cada uno de ellos que debe regirlo, sin haber aprendido jamás el arte del timonel ni poder señalar quién fué su maestro ni el tiempo en que lo estudió, antes bien, aseguran que no es cosa de estudio y, lo que es más, se muestran dispuestos a hacer pedazos al que diga que lo es. Estos tales rodean al patrón instándole y empeñándose por todos los medios en que les entregue el timón; y sucede que si no le persuaden, sino más bien hace caso de otros, dan muerte a éstos o les echan por la borda, dejan impedido al honrado patrón con mandrágora, con vino o por cualquier otro medio y se ponen a mandar en la nave apoderándose de lo que en ella hay. Y así, bebiendo y banqueteando, navegan como es natural que lo hagan tales gentes, y sobre ello, llaman hombre de mar y buen piloto y entendido en la náutica a todo aquel que se da arte a ayudarles en tomar el mando por medio de la persuasión o fuerza hecha al patrón, y censuran como inútil al que no lo hace; y no entienden tampoco que el buen piloto tiene necesidad de preocuparse del tiempo, de las estaciones, del cielo, de los astros, de los vientos y de todo aquello que atañe al arte, si ha de ser en realidad jefe de la nave. Y en cuanto al modo de regirla, quieran los otros o no, no piensan que sea posible aprenderlo ni como ciencia ni como práctica, ni por lo tanto el arte del pilotaje. Al suceder semejantes cosas en la nave, ¿no piensas que el verdadero piloto será llamado un miracielos, un charlatán, un inútil por los que navegan en naves dispuestas de ese modo? (Platón, 1949: 488a-489-a).

— Platón (1949). La República, Tomo II. Madrid: Instituto de Estudios Políticos.

Beck

«Post» es la clave para el desconcierto que se enreda en las modas. Esta palabra remite a algo que está más allá y que no puede nombrar, y en los contenidos que nombra y niega permanece en el letargo de lo conocido. Pasado más «post» es la receta básica con que en una incomprensión rica en palabras, pero pobre en conceptos, nos confrontamos con una realidad que parece desvencijarse (Beck, 1998: 15).

— Beck, U. (1998). La sociología del riesgo: hacia una nueva modernidad. Barcelona; Buenos Aires: Paidós.